El infierno y el cielo de Tibisay
Conocí a Tibisay Lucena cuando era casi una niña. Todo el mundo la quería. Era aplicada, inteligente y simpática. Estudiaba violonchelo junto a mi sobrina Puni Estévez. De Tibisay, se esperaba lo mejor. No puedo entender cómo alguien que destilaba amor, proyectos y sueños, se haya unido al elenco de esta película de terror que inmisericordemente destruye a Venezuela.
Cuando los integrantes del Consejo Nacional Electoral de Venezuela, bajan en cambote por la rampa del terror para dar noticias a todos los venezolanos, nos da mala espina. Quizás estoy prejuiciado, pero ver a Tibisay y a sus asistentes rodeados por guardaespaldas y soldados armados, junto con esas sonrisitas forzadas y malucas, indica que alguna vaina mala van a decir.
Lo anterior lo corroboré el jueves 19 de mayo cuando Tibisay Lucena y sus ayudantes, para explicar cómo sería no el revocatorio sino la primera fase de él, realizaron exigencias tan exageradas y absurdas que evidenciaban la intención de desalentar a los ciudadanos más optimistas.
No se entendió nada esa rueda prensa. Fue enredada, confusa, disparatada, desinformativa, mal intencionada y perversa. Según lo allí explicado, los venezolanos debemos ser unos tramposos delincuentes, quienes queremos salir de un maravilloso y eficiente presidente llamado Nicolás Maduro.
Carta a Tibisay
Tibisay, no puedo entenderte. ¿Cómo es posible que hayas permitido que aquella niña sensible aceptara dirigir la orquesta de la decepción? Te has transformado en una especie de Gustavo Dudamel pero al revés. El concierto que ayudas a dirigir está matando a los niños del hospital JM de los Ríos, en donde no hay medicinas ni alimentos para darles. Los niños sobreviven gracias a los padres y a los héroes pediatras venezolanos, quienes trabajan por amor.
Tibisay, aún tienes la oportunidad de volver a ser la niña sensible que auguraba arrullarnos con lo sublime de tu música. Piénsalo. Mírate. Caminas escudada por soldados. Mira tú gestualidad. Mira a la gente haciendo cola. Mira la injusticia. Mira la delincuencia desatada.
No lo hagas por la MUD ni por el gobierno. Hazlo por ti, por este nuestro país que todavía podemos reconstruir los venezolanos. Piénsalo, Tibisay. Mira que el infierno y el cielo existen. El primero ya lo estamos viviendo y el segundo, lo conocerán con suerte, aquellos que cuando rindan cuentas, hayan tenido la humildad, el valor y la conciencia de arrepentirse a tiempo de sus maldades terrenales.