Álvaro de Marichalar, perseguido por traficantes con armas de guerra en las costas venezolanas
"Anoche llegué a Puerto España, Trinidad y Tobago. Se levantó mucho viento en el último tramo venezolano. Había zarpado a las 6 de la mañana. Llegué a las 7 de la tarde, tras 13 horas de navegación". Así comienza Álvaro de Marichalar su narración de lo que fue una de las travesías más riesgosas de toda su carrera, cuando la mañana del pasado 5 de marzo, frente a la Península de Paria, tuvo un susto con unos traficantes que navegaban en rumbo (Oeste) opuesto al suyo (Este) a bordo de una embarcación larga.
"Segui a rajatabla los consejos de mis amigos en Puerto La Cruz que me advirtieron y aconsejaron no parar en ningún caso si alguien me solicitaba que parara en esa zona... Después de hacerme señas para que parara y no obedecerles... cambiaron su rumbo y me estuvieron persiguiendo durante 20 minutos".
El navegante español cuenta que el "miedo" se apoderó de él, pero que aun así fue capaz de continuar el rumbo. "Iban armados. Hasta los dientes. Eran armas de guerra. Tuve la calma de grabar con mi cámara de vídeo el inicio de la persecución", cuenta Marichalar, y añade que en el momento en que giraban "se aproaban veloces rumbo a la pequeña Numancia", el nombre de su embarcación.
"Gracias a Dios pude despistarles navegando rumbo a mar abierto (Norte) donde me alejé con la mar de través a la mayor velocidad posible, aunque no a toda máquina, ya que debía permanecer muy concentrado y a la velocidad justa para no caer". Narra emocionado el navegante que, tras 7 millas de persecución con la adrenalina y el miedo a flor de piel, logró que desistieran.
"Qué pena comprobar que en las costas más bellas del mundo, el Estado al que pertenecen aparezca fallido" dice Álvaro de Marichalar, quien asegura que ha sido el único percance que ha sufrido en Venezuela durante la expedición que realiza en este momento que finalizará en Puerto Rico, para subastarla a beneficio de la ONG "Haití se pone de pie", que reúne a un grupo de médicos que operan lesiones traumatológicas a los afectados por el terremoto de Haití.
Antes de partir, Marichalar había escrito una "Carta abierta el presidente venezolano". Y a su llegada a Trinidad y Tobago, volvió a escribir, pero esta vez a todos los venezolanos: "Amigos, hermanos venezolanos: os echo de menos profundamente. Mi corazón se quedó en Venezuela, y ya permanecerá para siempre en Venezuela".