La noche en que las metralletas apagaron la alegría de París
Andreína Mujica*-París
Siete ataques terroristas islámicos, casi simultáneos, en diversos sitios de la capital francesa, con un saldo lastimoso de más de 120 muertos y más de 200 heridos, convirtieron la noche del viernes 13 de la capital francesa en una verdadera pesadilla
En la sala de conciertos Bataclan, en el distrito 11 de París se han presentado desde Oscar D’ León hasta grupos de rock. Ese era el escenario bullicioso de este viernes 13, cuando la banda californiana Eagles of Death interpretaba sus éxitos musicales a sala llena.
Justo allí, en instantes, la euforia de cerca de 1500 asistentes se transformó en una película de horror cuando un grupo de terroristas irrumpió y asesinó de manera cobarde e indiscriminada a centenas de jóvenes que disfrutaban su viernes de otoño.
Hombres armados con kalashnikov, primero entrarían al local haciéndose sentir disparando, provocando la primera estampida de gran parte de las personas que lograrían ponerse a salvo al escapar por las puertas de emergencias. Pero, una hora más tarde, lo que estaba destinado a ser una noche de concierto se convirtió en una carnicería, jamás vista en París desde los atentados contra la revista Charlie Hebdo.
De manera simultánea, tanto la rue de Charonne y el boulevard Voltaire, que yo suelo frecuentar, fueron blanco de las metrallas. En ese lugar 20 cadáveres quedaron esparcidos, entre los amasijos de hierro, vidrios, autos abandonados en mitad de la calle y mesas de los restaurantes rotas en las aceras.
El partido amistoso entre las selecciones de fútbol de Francia y Alemania no llegó al minuto 90, luego de que un par de explosiones registradas en las afueras del Estadio de Francia avisaron a los más de 40 mil asistentes que algo malo ocurría. Entre ellos, el presidente François Hollande, quien debió ser sacado de emergencia del lugar y transportado al Palacio del Eliseo a través de un helicóptero. De inmediato, al saber la noticia, las calles de Alemania se volcaban en apoyo a Francia.
La ciudad registraba temperatura de 11 grados. Yo transitaba rumbo a casa, leyendo mi celular cuando me entero de la noche de horror, mediante breves noticiosos de última hora que lanzaban las emisoras de radio y televisión.
Provista de mi cámara, recorrí algunos de los escenarios de la tragedia, y lo que se observó, tras rebasar el cordón policial que impedía el paso inclusive a la prensa, fue una total carnicería...
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*Periodista venezolana residenciada en París