Delante de las imágenes más cruentas
Un caso que ocupa a los medios de comunicación, y por supuesto a la opinión pública internacional, son las consecuencias de las decisiones políticas y militares en torno a Siria. El gobierno de Al Asad, producto de la primavera árabe, se ha caracterizado por una dureza que, entre otras cosas ha derivado en una guerra civil entre los aliados al gobierno de Damasco y el autodenominado Estado Islámico.
El problema se agudiza en las calles. Cuatro años de lucha armada han provocado una desbandada de la población civil que, buscando mejoras a su calidad de vida absolutamente mermada, buscan nuevos horizontes en otras fronteras. No es hasta que el exilio adopta dimensiones inmanejables que occidente emprende medidas de emergencia y es bajo esta situación de los líderes de dos de las potencias planetarias se enfrentan –con sus intereses muy bien medidos- a la coyuntura. Armas para procurar la paz podría ser el titular de estas líneas, pero más bien son la base para una reflexión.
Putin y Obama se encontraron caballerosa y diplomáticamente en Nueva York en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas. El primero, defensor de la causa de Al Asad, pareciera que usa esa alianza para ocultar sus decisiones con respecto a Crimea. El segundo, bajo el ala norteamericana ve las condiciones como propicias para aniquilar al gobierno del persa y buscar, lo antes posible, una salida democrática por medio de las urnas (una copia al carbón de las acciones de Bush con Afganistán)...
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