Gabriela Montero: El silencio no es una opción
Invitada de lujo en el Auditori con la OBC (Orquesta Sinfónica de Barcelona), bajo la dirección de su amigo Jaime Martin, la pianista venezolana Gabriela Montero habla de su carrera desde los 5 años; del concierto Nº 1 de Tchaikovski que tocará en esta gira. Sin olvidar la situación de su país; de cómo se negó a ser una “artista exclusiva” de la Pdvsa chavista y de cómo le duele saber que en Caracas hay familias que se acuestan sin comer. Su dolor lo refleja en ExPatria, pieza para piano y orquesta que le valió los aplausos y una rabiosa censura política del oficialismo.
Una después de la otra. Dos manos se posan en cadencia y rozan las teclas, con la suavidad y la furia necesarias que exige esta mujer a quien le han confiado la misión de iluminar los rostros del público absorto y conmovido. Gabriela Montero es la misma persona, amable y terrenal, con quien acabamos de dialogar, y en el escenario se entrega al mundo de Tchaikovski, en un estado casi perfecto de felicidad que sorprende.
Aplaudida en Viena, Nueva York, Berlín, Praga, Madrid, Roma, París y otras capitales donde los grandes críticos no dudan en aquilatarla como artista prodigiosa, esta caraqueña que admite no poder dejar de lado la preocupación de su país, al punto que se conmueve cuando sabe que muchas familias se acuestan sin comer o que hace poco murió un niño a quien le urgía un riñón para vivir y protestó sin recibir respuesta del gobierno. Sin embargo, asegura que no busca polemizar ni entrar en el terreno de la política. Pero “¿cómo hago? No puedo dejar de ser venezolana”.
“Es cruel, y no puedo evitarlo. Antes de ser artistas, somos seres humanos. Al igual que un médico, un maestro, o alguien que ejerce cualquier oficio, el hecho de ser artista no supone merecer per se un trato especial, por tocar un instrumento o dirigir una orquesta. Somos parte de la sociedad y sufrimos también cuando la injusticia amenaza los derechos humanos de todos. No somos seres mágicos o tocados por los dioses. Al igual que hay genios en las ciencias, existen también en la música; y que yo sepa, no he escuchado, por ejemplo, a alguien decir soy neurólogo, y por tanto no hablo de esas cosas. Para mí esa es una excusa muy convenientemente diseñada por artistas para evadir su compromiso de ciudadanos. Nadie puede permanecer impune e intocable por el hecho de ser 'artista'. Es una excusa patética”.
De la felicidad al asombro
Busquemos otra frase para no repetir el tópico de que Gabriela Montero nació para la música. Pero no hay manera de describir una vida atada desde los 5 años al arte, desde aquel pianito de madera que le regaló su abuela, bajo un entorno familiar donde no había afición por el arte musical, y que terminó frente a un vasto público, unida a un instrumento que encierra en sí mismo toda la musicalidad de una orquesta.
Así se hizo la Gabriela Montero que a los 12 años ejecutó sus primeras interpretaciones. A partir de entonces la música ha sido el centro de su vida, conociendo esfuerzos y sacrificios, duros aprendizajes y privaciones, hasta convertirse en una de las mejores concertistas de piano, con una reputación como "recuperadora del arte de la improvisación que se perdió en la música artística a lo largo del siglo XIX".
Por esta razón hoy es considerada una gran pianista dentro del repertorio clásico, romántico y de principios del siglo XX. Lo subraya su agenda de conciertos internacionales en los cuales se presenta como solista con las grandes orquestas. Sus discos con el sello EMI han ganado galardones como el
En esta oportunidad, en el Auditori de Barcelona, Montero tocará, bajo la dirección del español Jaime Martin, el concierto para piano Nº 1 de Tchaikovski, con el quel ganó un concurso nacional en EEUU, con la Cincinnati Symphony Orchestra, dirigida por Stanislaw Skrowaczewski. De hecho, de ella se ha dicho que además de su don para la improvisación, compone.
Y lo ha hecho con el compromiso y el sentimiento que sujeta los sonidos –y las palabras– para que no hagan lo que los relatos contados por necios, para que no sean ese “cuento narrado por un idiota, lleno de ruido y furia, que nada significa”, como decía el Rey de Escocia en el Macbeth de Shakespeare. Porque su compromiso y la honestidad son también una armonía, como lo demostró en 2011 cuando escribió
El sonido de las causas nobles
Pero ¿cómo se puede ser músico en un mundo rodeado de conflictos e insatisfacciones? Para Gabriela Montero se puede ser un artista o gran profesional en cualquier medio, si uno tiene curiosidad por el mundo y la vida.
“En mi caso, la música es mi esencia al 100%, aunque no siempre quise continuar siendo músico. Después de una carrera como niña prodigio, cerré el piano durante más de dos años porque en ese momento no tenía sentido para mí. Sí, he tenido muchos otros intereses, como el trabajo social, la psicología y, recientemente debido a la situación de Venezuela, al activismo de los derechos humanos. La política y sus efectos nunca me interesaron hasta que vi el efecto de la mala política de los gobernantes. A veces es necesario que algo afecte directamente a tu gente para que entiendas la importancia de tener curiosidad por todo aquello que va más allá de tus propios parámetros, y aprender a hacer preguntas y exigir respuestas”.
Una situación de riesgo para una artista que apuesta su prestigio y se involucra en la detención de estudiantes que protestan contra la violencia, y que por ello podría distanciarse de quienes comulgan con el actual gobierno.
"Soy consciente de ello. He perdido conciertos, fans y algunas oportunidades. He recibido amenazas. Algunos me han dicho que no les interesa que yo hable de política y que me dedique a tocar el piano. Pero este es un proceso largo y lento. Hay que tener mucha paciencia. Y es curioso: a medida que pasa el tiempo y se ha puesto en evidencia lo que realmente sucede en Venezuela ese mismo público se da cuenta que esa situación sobrepasa el tema político. La gente debe saber que Venezuela atraviesa una gravísima crisis humanitaria. Ya no hablamos de un mal gobierno de izquierda o de derecha. Hablamos de una dictadura narco-mafiosa. Cuando el público concientiza el enorme problema que tenemos encima, entonces entiende que se trata de un tema humano, de pérdida de vidas humanas, y frente al cual hacen falta todas nuestras voces. Por eso es tan importante relatar las historias trágicas del venezolano, para que ese público escéptico sienta empatía con nuestro presente. Siempre en mis conciertos hablo sobre la tragedia venezolana".
Cónsul de Amnistía Internacional
Ese rasgo que define la imagen de Gabriela Montero la hizo merecedora de su designación como Cónsul Honoraria por Amnistía Internacional y que haya tocado en la ceremonia de la primera toma de posesión del expresidente Obama.
“Fue un gran honor estar ahí, en representación de Venezuela, y contribuir con mi arte a valorar a los latinos, a las mujeres y madres en una ocasión tan trascendental para el pueblo estadounidense. Pero también sentí placer al enterarme de que yo fui invitada especialmente, por encima del entonces presidente Chávez. Lo vi como una pequeña victoria para tantos venezolanos que ya habían sido embaucados por el chavismo. El ser Cónsul Honorario de Amnistía Internacional es, además de un honor, que ciertamente, le confiere seriedad y credibilidad a mi trabajo por Venezuela. Sin embargo, para mi los reconocimientos más importantes se presentan cuando algún venezolano se me acerca o me escribe, para darme las gracias por denunciar y no darles la espalda. Lo peor que puede sentir un ser humano es sentirse olvidado. La invisibilidad conlleva una especie de muerte moral, psíquica y emocional. Yo estoy para darles una voz, y tener estos reconocimientos me permite tener una plataforma aún más prestigiosa para llevar sus mensajes por el mundo”.
Hoy me toca ayudar a mí
A diferencia de que lo piensa alguna gente, no vengo de una familia adinerada. Mi familia hizo muchos sacrificios para que yo pudiese estudiar en privado con una profesora en EEUU cuando solo tenía 8 años. Nos mudamos mis padres, mi abuela y mi hermano a Miami en 1978, con una beca de Fundayacucho.
En 1982 se terminó el periodo de mi beca, y mi padre y mi hermano se regresaron a Caracas porque ya era insostenible para ellos quedarse con nosotras debido a nuestra inestabilidad económica. Al poco tiempo, mi madre regresó a Caracas, por lo que debí quedarme con mi profesora.
Sufrí mucho, y al verme deprimida, mi madre volvió a Miami para acompañarme. Alquiló una habitación en casa de una señora, donde vivíamos las dos. Fueron tiempos difíciles.
Todo lo que he logrado ha sido con esfuerzo, con la motivación de algunos ángeles en mi camino, y con talento. Cuando regresé a Caracas en 2003, a vivir con mis dos hijas pequeñas, regresé como madre soltera. Empecé de nuevo. Y en esos años mi carrera internacional explotó de una manera impresionante.
Viajé con frecuencia de Caracas al exterior. Hice mi debut con la New York Philharmonic y Lorin Maazel. Grabé mi primer disco para el sello EMI, y empecé este camino a un ritmo tan emocionante pero también difícil. Fue muy doloroso para mí separarme de mis hijas. Siempre me sentí culpable, pero yo sabía que o yo salía a flote por ellas en ese momento, o nos hundíamos. No tenía a quién recurrir, ¡sin ningún salvavidas!
Precisamente, en esa época en Caracas, recibí una llamada de Abreu. Él venia con un mensaje de Pdvsa. El gobierno quería que yo fuese la solista en un concierto con Dudamel y la Orquesta Simón Bolívar en el Teatro Colón, en Buenos Aires. Era un concierto para Pdvsa. Inmediatamente, le dije a Abreu que si era para el gobierno, nunca lo haría. Él, que sabe que nadie le dice que no, cuando me repitió la oferta, y yo desistí nuevamente, sacó la última carta que le quedaba. Me dijo:
“Gabriela, si tú das este concierto, más nunca tendrás problemas económicos. Pdvsa se ocupará de ti”.
En ese momento respondí: "No gracias; yo no tengo precio". Abreu nunca me lo perdonó. Pero tengo que decir que a pesar de que la vida no ha sido fácil, siento que mi mayor riqueza ha sido lograr lo que he logrado de la forma más limpia y honesta posible.
No le debo mi carrera ni al Sistema ni al gobierno, y esa es una gran victoria personal para mí. Eso lo sabe y le duele al Sistema, y por eso inventan un sinfín de rumores y calumnias para desacreditarme. Pero la verdad, siempre sale a flote.
Como mujer me siento sumamente feliz de poder decir que pude vencer todas esas vicisitudes. Como madre, creo que le he sido de ejemplo a mis hijas, porque las dos tienen una gran conciencia social y ética.
Como artista, puedo decir que lo vital para mí ha sido llegar adonde estoy, y no ha sido ni la fama ni el poder lo que me ha motivado en el camino.
Hoy en día, intento ayudar a otros lo más que puedo, hasta llegar al punto de conseguir medicinas para los enfermos; ayuda económica para los más necesitados, y denunciar desde hace 7 años en la prensa internacional lo que sucede en nuestro país. Siento que es mi deber. Y siento que es el deber del artista, por contar con una plataforma y acceso a las masas, el abogar por quienes no tienen voz. El silencio no es una opción.