¡Ya volví!
Autor: Oniel Uriarte*
Mi querido amigo, desde hace veinticinco años vivo cada día con mayor intensidad, el dolor que origina el destierro impuesto por nuestra patria. Una expatriación obligada por el solo hecho de no comulgar con el derrotero político que desde más de medio siglo rige el destino del pueblo cubano. Pueblo condenado al cautiverio, al desaliento y la falta de derechos fundamentales. Y que hoy enfermo, languidece a consecuencia de la incapacidad, terquedad y prepotencia de una ralea enquistada en el poder, a fuerza de falsedades, promesas incumplidas y fervorosas consignas repetidas hasta el hartazgo.Pero nunca antes, amigo del alma, había sentido, como en estos últimos tiempos vividos, tanta impotencia al contemplar desde mi exilio, como a Cuba, nuestra amada tierra, cual enfermo terminal, se le van agotando las fuerzas, se desangra en la desesperanza y expulsa, como indeseables fluidos, la fuerza vital de una juventud que abandona el cuerpo maltrecho, mutilado y mustio.
Aun así, como muchos de sus hijos esparcidos por los más recónditos rincones del mundo, vivo en la esperanza de su recuperación, y no me resigno a verle morir. Honrado de haber nacido en su seno, subsisto con todos, enlazados por el sentimiento patrio que nos identifica, en esa pasión común, quizás incomprendida por quienes no sienten el orgullo de saberse leales a la tierra que los viera germinar y que en generosa identidad deseamos, puede que solo para el descanso eterno, ver nuestra patria por fin recuperada y liberada de la infecciosa enfermedad inoculada por la ideología del totalitarismo y la dependencia de un estado fallido incapaz de remplazar promesas por resultados positivos en beneficio de la salud social del pueblo que por ella clama.
*Después de muchos meses sin escribir vuelvo a la carga y me gustaría compartir este texto con Venezuelan Press, en agradecimiento al gesto de invitarme a la presentación de Voces de Latinoamérica en España que ha motivado mi regreso a la necesidad de denunciar desde mi lirica