Antonio Ecarri Bolívar: «Hay que ser simplemente auténticos y asumir el compromiso de vida de luchar por la democracia y la libertad»
- CARLETH MORALES SENGES.- Hablemos de su designación como embajador de Venezuela en España. ¿Cuándo y cómo recibió la noticia?
- ANTONIO ECARRI BOLÍVAR.- Era enero del año 2019. Incorporado a la Asamblea Nacional (AN), fui de Valencia, sitio de mi residencia habitual, a Caracas para asistir a un par de sesiones ordinarias. Como las sesiones se celebraban martes y jueves, llevé ropa para tres días y mi esposa se vino conmigo, solo para acompañarme en el viaje y hacer algunas diligencias personales en la capital. Antes de asistir a la sesión era mi costumbre pasar por la sede del partido Acción Democrática (AD), donde al encontrarme con el Secretario General, Henry Ramos Allup, me dijo que iba a proponer mi nombre al CEN del partido (máximo órgano de dirección partidista, al cual pertenezco en mi condición de Vicepresidente y que se reunía ese día, después de la sesión de la AN) para postularme como embajador ante el Reino de España y quería saber si yo estaba dispuesto a aceptar esa tremenda responsabilidad. Con anterioridad, nuestro jefe de fracción parlamentaria, Edgar Zambrano, me lo había sugerido y ya lo había consultado con mi esposa, Milagros, porque era una decisión difícil de tomar, habida cuenta de que era muy probable que se produjera un desarraigo de Venezuela, con la incertidumbre del tiempo que íbamos a durar fuera de nuestra amada tierra.
- ¿Cuándo y cómo se produjo su salida de Venezuela?
- El problema de mi salida se convirtió en una verdadera pesadilla, porque cuando se aprobó por el CEN de AD y fue llevado a consulta de las demás fracciones parlamentarias, creímos que se iba a abrir un debate de algunos días, lo que me daría tiempo de regresar a Valencia a preparar maletas y organizar una mudanza con cierta calma. La sorpresa fue que el propio Secretario General me llamó para decirme que, al presentar mi nombre, fue aprobado por unanimidad de todas las fracciones y que debía salir de inmediato porque el régimen de Maduro se iba a enterar y muy probablemente impediría mi salida del país. Afortunadamente, mi esposa se había traído, inexplicablemente, los pasaportes en su cartera y decidimos salir inmediatamente de Caracas, al aeropuerto de Maiquetía, con la maletica con la que íbamos a pasar tres días en la capital. Mi hijo mayor logró, con un amigo suyo, comprar los pasajes en la agencia de viajes propiedad de esa persona. Al llegar al aeropuerto sucedió un incidente que solo pueden entenderlo los venezolanos: la policía política ya se había enterado de mi designación, pero aún no le había llegado instrucciones para mi retención. No puedo decir más, para no perjudicar a algún funcionario permisivo, pero lo cierto es que nos retuvieron los pasaportes durante largos minutos (que nos parecieron horas) y, finalmente, nos permitieron abordar el vuelo hacia Madrid.
«Afortunadamente, mi esposa se había traído, inexplicablemente, los pasaportes en su cartera y decidimos salir inmediatamente de Caracas, al aeropuerto de Maiquetía, con la maletica con la que íbamos a pasar tres días en la capital… Nos preocupaba la comida que habíamos dejado en la nevera o alguna llave de agua mal cerrada ».
- Mientras viajaba en el avión, huyendo del régimen y de una inevitable persecución. A nivel personal: ¿Qué era lo que más le preocupaba?
- A nivel personal nos preocupaba, a mi esposa y a mí, la comida que habíamos dejado en la nevera de la casa o alguna llave de agua mal cerrada, la energía eléctrica sin cortar, porque no nos podríamos comunicar con los familiares hasta llegar a Madrid. Afortunadamente, siempre teníamos la previsión de dejar un juego de llaves a un cuñado por cualquier eventualidad y él se enteró de nuestra partida por los medios de comunicación al día siguiente. Me mandó un mensaje que decía: «Cuñado, ustedes dos parecen un par de carajitos locos, si no estuvieran casados desde hace más de 40 años, te hubiese denunciado por rapto de mi hermanita. Ahora, en serio, échale bolas que aquí te cuidamos los coroticos». Palabras más, palabras menos.
- A nivel político: ¿Era consciente del papel que le tenía reservada la historia de la relación diplomática entre España y Venezuela?
- Todas estas decisiones tomadas por mi partido, por la Asamblea Nacional y por mí, fueron tan apresuradas que no tuve tiempo de meditar sobre esta posibilidad. Aunque te confieso que toda mi vida he sido un enamorado de España. Desde niño me declaré seguidor del Real Madrid, he leído a los grandes literatos españoles. El primer libro importante que me regaló mi padre a los once años cuando terminé la primaria fue el Don Quijote de Cervantes y al poco tiempo estaba leyendo a casi todos los autores del siglo de oro español: Quevedo, Calderón de la Barca, Lope de Vega y después a los políticos: Don Miguel de Unamuno, por quien los universitarios teníamos adoración y devoción. José Ortega y Gasset ese «eminente y culto reaccionario» como lo llamaba Betancourt. Y después del derrocamiento de Franco le hice seguimiento a la transición leyendo todo lo que se publicaba en la época y, muy especialmente, haciéndole seguimiento a dos admirados andaluces: Felipe González y Alfonso Guerra; al líder comunista Santiago Carrillo, a Don Torcuato Fernández Miranda y a Manuel Fraga Iribarne. Sin estos personajes seguramente hubiese habido transición, pero quién sabe durante cuánto tiempo y a qué precio. Luego, como diputado, integré la Comisión de Amigos de España que presidía mi buen amigo el diputado Luis Florido. Allí conocí al embajador Luis Silva, quien hasta hoy me honra con su amistad.
- Hablemos de su arribo a Madrid y su encuentro con su nueva situación personal y política. ¿Cuándo y cómo se produjo?
- Llegué a Madrid, casi clandestinamente, el 31 de enero del año 2019. Digo casi clandestinamente, porque es de uso diplomático normal no llegar al país de adscripción sino después de que el gobierno anfitrión está debidamente informado. El de España no lo estaba, aunque tan pronto pisé suelo español llamé a mi amigo Jesús Silva a Caracas para informarle y pedir excusas por lo atropellado de mi viaje. Él, como siempre, con la gentileza que lo caracteriza, me dijo que entendía perfectamente mi situación y así lo comunicaría al Ministerio de Asuntos Exteriores. Así aconteció y a los pocos días fui citado al Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación (MAEC), a donde me acompañó quien me entrevista, a conversar con el Secretario de Estado para Iberoamérica, Don Juan Pablo de La Iglesia, un diplomático de carrera, culto y de una bonhomía y sencillez proverbial.
- ¿Quiénes fueron sus primeros apoyos? ¿Con cuáles se fue encontrando a lo largo del camino?
- Todo empezó en esa primera reunión. Allí conocí a dos personalidades de la diplomacia española, del mayor nivel y que tengo en la más alta estima: Rafael Garranzo y Lorea Arribalzaga. Entre mi llegada y mi visita al MAEC, conocí a la persona que más ha colaborado desinteresadamente conmigo y con mi representación en España: Don Félix Puebla, un español que quiere tanto a Venezuela como a España. Fundador de una organización de comunicadores de alto nivel, denominada Foro Arekuna y quien me ha puesto en contacto con gente muy influyente en España. Organizó un desayuno, cuando yo estaba recién llegado, con representantes de los medios de comunicación en Madrid. Otra persona a quien le debo mucho es a la exembajadora de Colombia, Doña Carolina Barco, ex Canciller de ese país e hija del expresidente Virgilio Barco. A través de ella conocí personalmente a Felipe González y tuvimos un encuentro que al ser reseñado por la prensa me abrió muchas puertas a nivel gubernamental. Felipe es un viejo amigo de AD y tuvo una relación muy estrecha con Rómulo Betancourt, Gonzalo Barrios y, especialmente, con Carlos Andrés Pérez, con quien ingresó a España en su avión presidencial y forzó su legalización a la caída de la dictadura franquista. Con Carolina Barco también conocí a los demás embajadores del grupo de Lima, especialmente su coordinador, el embajador del Perú Claudio de la Puente Ribeyro; la embajadora de Costa Rica, Ana Helena Chacón; el de Brasil, Pompeu Andreucci Neto; los de Chile, primero Jorge Tagle y más tarde Roberto Ampuero, ambos intelectuales y diplomáticos de primera. El de Ecuador, Cristóbal Roldán Cobo, quien está permanentemente pendiente de todo lo que acontece en Venezuela y me llama con frecuencia. Igualmente con Ilia Giorgadze, embajador de Georgia, siempre solidario. Con los norteamericanos la relación también ha sido muy especial. Su embajador durante la gestión de Trump fue Duke Buchan, un norteamericano enamorado de todo lo hispano y con énfasis en América Latina, pero muy especialmente en Venezuela. Nos pidió visitar la frontera entre Venezuela y Colombia para conocer la situación de nuestra gente y regresó más venezolanista que nunca. A su salida, seguimos teniendo el apoyo del encargado de la representación, un diplomático de lujo: Conrad Tribble, con una larga hoja de servicios, principalmente en América Latina y viene de estar mucho tiempo en Cuba y conoce el monstruo del totalitarismo por dentro, es persona afable y de una simpatía caribeña. A él lo acompañan en su gestión dos diplomáticos de tronío: Higgins y Huaracayo. En Cuba tenía Tribble un equipo de beisbol y estimulaba ese deporte entre norteamericanos con los habitantes de la isla. A ellos, y a los representantes diplomáticos en España de los Estados democráticos del mundo, tenemos mucho que agradecer. Con los dirigentes de los partidos políticos españoles mantengo una relación de amistad, sin confundir esa relación con ningún tipo de injerencia, con muchos de ellos y de diversas tendencias. Con Héctor Gómez, Secretario de Relaciones Internacionales del PSOE, hemos hecho una amistad muy sólida, igual con su similar del Partido Popular: Valentina Martínez Ferro; también con Iñaki Echaniz y con Cayetana Álvarez de Toledo; en Ciudadanos con Inés Arrimadas y con Marta Martín; con el PNV es una relación muy amplia, porque allí milita un líder histórico que nació en Venezuela, Iñaki Anasagasti. Hemos mantenido fluida relación con su Presidente Andoni Ortuzar; su secretario de relaciones internacionales: Mikel Burzako; el diputado Aitor Esteban; el Lehendakari Urkullo y un largo etcétera de amigos muy solidarios con la causa venezolana, a quienes siempre agradezco cada gesto por Venezuela. Desde el primer día también he contado con tu apoyo y el de quienes forman parte de esta misión diplomática: Aldo De Santis como Ministro Consejero, José Luis Tirado en el área de cultura y Janan Abanhassan en el área de despacho. A todos, en cada acción por Venezuela, está mi infinita gratitud.
«Fui citado al Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación (MAEC), a donde me acompañó quien me entrevista, a conversar con el Secretario de Estado para Iberoamérica, Don Juan Pablo de La Iglesia, un diplomático de carrera, culto y de una bonhomía y sencillez proverbial. Todo empezó en esa primera reunión».
- ¿Cuál era su conocimiento y experiencia diplomática? ¿A quiénes tenía como referentes históricos para esforzarse en hacerlo lo mejor posible?
- Nunca ejercí como diplomático con anterioridad, mi experiencia ha sido como dirigente político y profesor universitario. Aunque los venezolanos de mi generación tuvimos la oportunidad de conocer personalmente o por la historia, de la cual soy apasionado, algunos referentes que hicieron que admiráramos y siguiéramos de cerca esa noble carrera tan estrechamente cercana al Derecho Público. El primer gran referente para los venezolanos en la gestión diplomática es el patriota y héroe de la independencia: Juan Germán Roscio, al igual que Pedro Gual y el gran maestro Santos Michelena, quien de no haber sido por un Congreso negligente hubiésemos resuelto el siglo pasado nuestro diferendo limítrofe con Colombia, pues fue el artífice del tratado Michelena-Pombo que resolvía ese tema que aún nos preocupa. Después, y en el mismo siglo XIX, tuvimos una excepción que confirma la regla: un militar que fue un diplomático de primera y llegó a ser presidente de Venezuela: Carlos Soublette. También hay que hacer mención de un gran historiador carabobeño y diplomático: Francisco González Guinán (Rómulo Betancourt decía que político que no hubiese leído los 15 tomos de la Historia de Venezuela de González Guinán estaba incompleto en su formación). Luego, tuvimos el siglo pasado otros diplomáticos notables cuyas carreras he seguido de cerca. Históricamente: Andrés Eloy Blanco, Ignacio Luis Arcaya, Marcos Falcón Briceño, Arístides Calvani, Gonzalo Barrios y Simón Alberto Consalvi, a quien tuve el privilegio de conocer, tratar y oír sus consejos políticos y de historia. Él me pidió que trabajara una biografía de Miguel Peña, que luego publicó en la serie de Biografías de la Editora El Nacional y me honró al prologar mi libro Socialdemócratas vs Comunistas. Historia de una controversia venezolana.
- Hablemos de las relaciones diplomáticas del gobierno interino de Venezuela, encabezado por el presidente (e) Juan Guaidó, con el Gobierno de España. ¿Cómo, cuándo, con quién fue el primer encuentro? ¿Cuál fue el estatus que recibió?
- En mi encuentro con Don Juan Pablo de la Iglesia tuve la primera discusión, aunque muy cordial y de mucha altura, con las autoridades españolas. Me dijo que el estatus que me concederían sería el de Representante Personal del Presidente Juan Guaidó. Le dije que no me parecía porque esa figura no existía jurídicamente hablando, ya que la convención de Viena, que rige las relaciones entre los Estados, no lo contempla. Él me argumentó que se trataba de una salida política, porque no existía precedente para calificarme como embajador, existiendo un gobierno de hecho en funciones dentro de Venezuela. Le riposté que sí existe precedente y, precisamente, en las relaciones diplomáticos entre España y Venezuela. Al ver su extrañeza le expliqué que, en el año 1945, siendo Rómulo Betancourt fundador de mi partido, Presidente de la Junta de Gobierno de Venezuela, reconoció al gobierno republicano en el exilio y le concedió estatus diplomático a sus representantes.
- Sus reuniones con el Gobierno de España han sido constantes a lo largo de dos años. ¿En qué se centraron los primeros mensajes y cómo han ido evolucionando?
- La verdad sea dicha, a pesar del estatus sub judice que nos han otorgado, la relación del Gobierno español ha sido en lo fundamental con nuestro Despacho, porque saben que la población venezolana en España, que se acerca a los 500.000 ciudadanos es, abrumadoramente, opositora al régimen de Maduro y solo visita el consulado o la embajada usurpadora por razones de necesidades consulares, pero todos los problemas de la comunidad los tratan directamente con nosotros. Así fue como coadyuvamos a que se decidiera permitir el pasaporte venezolano vencido a los efectos administrativos internos; logramos que se reactivara el convenio del canje del carnet de conducir que había sido suspendido por un año y ahora tratamos de resolver un nuevo incordio por este problema; logramos que los venezolanos en la Comunidad de Madrid excluidos del sistema sanitario tuvieran acceso a la vacuna de la COVID-19.
«Sí existe precedente. En el año 1945, siendo Rómulo Betancourt fundador de mi partido, Presidente de la Junta de Gobierno de Venezuela, reconoció al gobierno republicano en el exilio y le concedió estatus diplomático a sus representantes».
- A dos años de esta sui géneris relación diplomática entre España y Venezuela ¿cuáles han sido los avances y cuáles los retrocesos?
- Los avances han derivado de ese reconocimiento que, aunque no ha sido pleno como hubiésemos querido, hemos mantenido una relación fluida con el MAEC que nos permite resolver permanentemente problemas, individuales y colectivos, de nuestra diáspora.
- Hablemos de la comunidad venezolana en España. ¿Cómo fue su primera aparición pública después de su reconocimiento? ¿Con quiénes se reunió los primeros días? ¿Por dónde comenzó su trabajo?
- Mi primer acto público a los pocos días de haber llegado y tras el reconocimiento, fue en una asamblea multitudinaria de los jubilados venezolanos en Madrid, a la que acudí por invitación de mi viejo amigo Pedro Ontiveros quien preside esa Asociación y a la Federación que agrupa a más de once mil jubilados en toda España.
- ¿Cómo ha sido el apoyo que ha recibido de la comunidad venezolana en España durante estos dos años?
- El apoyo de la comunidad venezolana ha sido excelente y muy activa. He tratado de que mi gestión no se vea afectada por intereses de partido ni de grupos sociales o económicos. La verdad es que en esta materia he tenido la colaboración y comprensión de todos los representantes de los partidos políticos democráticos de Venezuela. Me han ayudado mucho los diputados de la Asamblea Nacional en el exilio. Con su capacidad política nos ayudan a orientarnos y relacionarnos políticamente en España con los parlamentos, tanto nacional como de las comunidades autónomas.
- ¿Cuál ha sido el mayor logro de su Despacho en beneficio de la comunidad venezolana en España?
- Creo que el mayor logro ha sido visibilizar la terrible crisis humanitaria compleja que sufre nuestro país y la solidaridad que hemos conseguido de todas las fuerzas políticas democráticas, del gobierno y de la oposición española. El éxito del recibimiento y la gira, aunque apresurada por razones de seguridad, del presidente (e) Guaidó a España en enero de 2020, todavía se recuerda como la más grande manifestación que se ha realizado en Madrid para recibir a un Jefe de Estado extranjero.
«El mayor logro ha sido visibilizar la terrible crisis humanitaria compleja que sufre nuestro país y la solidaridad que hemos conseguido de todas las fuerzas políticas democráticas, del gobierno y de la oposición española».
- ¿Y cuál, su mayor fracaso?
- Mi mayor fracaso creo que ha sido no haber logrado que España expulse de su territorio a la representación del gobierno usurpador que este país desconoció, pero que aún se mantiene en esta nación, a pesar de haber rebajado su estatus de Embajada a Encargaduría de Negocios.
- Hablemos de España y su política exterior con relación a Venezuela. ¿Considera que ha podido hacer más a la hora de reconocerlo a usted como representante del gobierno interino que el presidente español, Pedro Sánchez, ha reconocido? ¿Considera que ha podido hacer más, en general?
- Claro que el Gobierno español ha podido hacer más en torno al reconocimiento nuestro y al desconocimiento total del régimen, pero somos políticos y no escapa a nuestra comprensión que este es un gobierno parlamentario y necesita mantener una mayoría en el Congreso que le permita agotar la legislatura hasta el final del período. En esa situación de equilibrio inestable del gobierno, con la presencia en su seno de una fuerza política muy cercana al régimen usurpador, le impide tomar decisiones radicales.
- Y de la actuación del Gobierno de España con relación a la comunidad venezolana en su territorio ¿cómo era antes de su reconocimiento y cómo ha sido después?
- Después de nuestra llegada todo ha sido mucho más difícil de manejar habida cuenta del arribo, simultaneo, de la mayor diáspora que ha tenido este país en mucho tiempo procedente de un país latinoamericano.
- Hablemos de usted, a dos años de ese encuentro con su nueva situación personal y política, ahora convertido en diplomático. ¿Cuál ha sido su mayor gusto, y cuál su mayor disgusto?
- Mi mayor gusto ha sido ver que los venezolanos en España son tratados, por toda la sociedad, sin discriminación y sin la xenofobia que dolorosamente vemos que sufren nuestros compatriotas en países hermanos de América Latina, que en el pasado usufructuaron nuestra hospitalidad de brazos abiertos. Seguramente he tenido algún disgusto, pero mi formación política e ideológica y la experiencia acumulada me hace no guardar malos recuerdos, odios ni resentimientos de ninguna naturaleza.
- ¿Cuál ha sido su mayor logro político?
- Que mi reconocimiento en España haya servido para que el resto de los países europeos, excepción hecha de Italia y Chipre, reconocieran a nuestros representantes y les concedieran el mismo estatus que a nosotros. Eso ocurrió en 25 de los 27 Estados de la Unión Europea.
- ¿Cuál ha sido su mayor frustración?
- Que aún no haya podido resolver el problema de los jubilados y pensionados, quienes no cobran desde enero de 2016 pues, a pesar de que se trata de un entuerto atribuible al régimen usurpador, no he podido encontrar una forma de ayudar más y mejor a esos compatriotas que dedicaron su vida al trabajo y hoy se encuentran en España totalmente desasistidos, excepción hecha de algunas ayudas que se han conseguido en la Comunidad Canaria, en el País Vasco y otras Comunidades Autónomas.
«Mi formación política e ideológica y la experiencia acumulada me hace no guardar malos recuerdos, odios ni resentimientos de ninguna naturaleza».
- ¿Cuál considera que es la tarea pendiente para recuperar definitivamente la democracia en Venezuela?
- Salir del régimen de Nicolás Maduro, que es difícil de caracterizar, porque es un régimen militarista, dictatorial, aliado a intereses internacionales perversos como el terrorismo colombiano o islámico y, a su vez, dice ser seguidor de la política centralista y antidemocrática del comunismo internacional demodé y fracasado en todas partes del mundo. No hemos salido de ese fracaso por la falta de una política unitaria coherente en lo interno y una más decidida solidaridad internacional que agradecemos, pero que es más retórica que eficiente. A pesar de ese régimen oprobioso, quiero mucho a mi país, y una salida de confrontación armada, una guerra civil entre compatriotas, sería un desatino y una locura que llevaría más dolor y lágrimas a nuestra gente. Quienes conocemos la historia de lo ocurrido en España entre 1936 y 1939 nos aterra pasar por una experiencia semejante que aún, después de más de 80 años, no cierra sus heridas completamente.
- En este momento de la historia de la relación diplomática entre España y Venezuela, España no tiene embajador en Venezuela y Venezuela tiene a dos representantes en España: uno del gobierno no reconocido que solo es Encargado de negocios, y uno del gobierno interino reconocido, que es usted. ¿Cómo cree que se normalizará esta situación? Además de voluntad política ¿qué haría falta para acabar con esta difícil situación diplomática?
- Que nosotros logremos total y definitivamente el poder en Venezuela.
- Como abogado, historiador, protagonista de importantes capítulos de la historia política interior y exterior de Venezuela, ¿qué reflexión le deja a las futuras generaciones de políticos y embajadores de Venezuela?
- La reflexión es un oxímoron: porque es profunda y sencilla. Hay que ser simplemente auténticos y asumir el compromiso de vida de luchar por la democracia y la libertad, donde quiera que estemos y hacerlo con convicción, denunciando al totalitarismo de cualquier signo ideológico en todas partes del mundo. No hay dictaduras buenas, aunque sean de una ideología cercana a nuestra manera de pensar. Todas son oprobiosas y hay que combatirlas arriesgando todo, hasta la vida si es necesario. Se trata de una lucha de futuro, por nuestros hijos y nietos.