La izquierda radical y la destrucción de la democracia
Gonzalo Arenas Hödar, abogado y político chileno, miembro de la Unión Demócrata Independiente, explicó hace pocos días en sus redes sociales, de forma muy diáfana, cómo la izquierda en los últimos años, utiliza los conceptos básicos de Ernesto Laclau, filósofo, teórico político, escritor y referente intelectual postmarxista argentino (1935-2014), quien en 1985 publicó Hegemonía y Estrategia Socialista y en 2005 La Razón Populista.
Arenas logra resumir los postulados de Laclau en tan solo 8 minutos, explica cómo la izquierda radical ha avanzado en los últimos años. En sus libros, el intelectual postmarxista postula que para la izquierda es “imposible conseguir acuerdos racionales en una democracia liberal”, debido a ello no es posible producir consensos nacionales a través de la discusión democrática, del parlamentarismo.
La única forma de conseguir los objetivos en esta época postmarxista es a través del sometimiento del otro y para lograrlo, hay que llevar adelante una serie de pasos.
El primero, la “radicalización de la democracia”, se consigue aumentando la conflictividad social, produciendo y generando demandas sociales que choquen contra el sistema.
Hay que tomar en cuenta que el marxismo clásico señala la existencia de un único conflicto social y un solo sujeto político: la lucha de clases y el proletariado, respectivamente; el postmarxismo señala que el neoliberalismo ha creado múltiples sujetos políticos y múltiples luchas sociales, por lo tanto Laclau plantea la necesidad de lograr la hegemonía, coordinando las múltiples luchas sociales y los múltiples sujetos políticos en una coherencia política contra el sistema, a través de la articulación de un sistema populista, como herramienta política.
Segundo, para lograr el populismo, es necesario configurar un discurso que logre dividir a la sociedad en buenos y malos, que decantará en la posibilidad de tener un enemigo común (de acuerdo a Laclau se debe demonizar a dicho enemigo común), con ello se logra generar un vínculo afectivo entre todos los sujetos sociales diferentes con demandas sociales diferentes, que les permite tener una acción política común, un lazo emocional entre ellos, la unión contra el sistema.
Esta división genera una lucha contra un significante vacío, es decir, objetivos necesarios y totales, pero imposibles de conseguir; por ejemplo: terminar con la injusticia, la igualdad total, etc. conceptos no racionales que permiten darle una investidura radical a un conjunto de demandas sociales. Laclau sostiene que solo después de lograr la articulación de las demandas sociales y sujetos políticos se puede producir la “destrucción del neo-liberalismo y de la democracia liberal”.
La ideología de la izquierda radical es totalitaria, no cree en consensos, acuerdos o discusiones parlamentarias, ni en la separación de poderes o la democracia, por ello una vez conseguida estos objetivos en la estrategia de Laclau, es necesario el tercer paso para obtener el poder, el nacimiento de un líder populista como símbolo que pueda aglutinar todas las demandas sociales y actores sociales, para conseguir la toma del gobierno electoralmente, e implementar a través del líder populista, los principios de la izquierda radical.
En Latinoamérica podemos hacer un recorrido por diversos tipos de populismo, de izquierdas y derechas; tenemos ejemplos del clásico de Lázaro Cárdenas, Juan D. Perón y Getulio Vargas, los neo-populismos de Carlos Salinas de Gortari, Carlos Menem, Alberto Fujimori, Fernando Collor de Melo hasta llegar a los populismos del siglo XXI o de la izquierda radical de Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa o Daniel Ortega; con las obvias particularidades y la implementación de los principios de destrucción de la democracia y sus consecuencias reales en cada sociedad.
En Venezuela, después del Caracazo de 1989, todos los actores sociales se unieron con un lazo afectivo en el objetivo de lograr la des-legitimación de la democracia, proceso que duró hasta 1998 cuando el nuevo líder populista Hugo Chávez ganó las elecciones democráticas y llevó la lucha contra el enemigo común a las urnas a través de elecciones plebiscitarias que lograron la acumulación absoluta del poder a través de una nueva constitución y múltiples leyes habilitantes sin mayor control.
Con las habilitantes, Chávez logró promulgar 49 leyes que dieron inicio al establecimiento de una dictadura populista con fachada democrática que decantó en el actual régimen criminal que hoy está establecido en Venezuela.
Tradicionalmente, la izquierda mundial utiliza en su discurso medular el igualitarismo como fundamento ideológico. El deseo de hacer iguales a los hombres, incluso más allá de la igualdad ante la ley, por ello en los regímenes de izquierda radical se destruye la libertad, la iniciativa privada, el libre pensamiento y la libre expresión y prensa.
La izquierda radical abandera la idea de victimización del individuo frente a un sistema injusto, el individuo no tiene responsabilidad por el fracaso, no hace un análisis equilibrado tomando en cuenta las posibilidades de prosperar.
Economistas como Ludwing Von Mises, Max Weber y Boris Brutskus coincidieron en asegurar que la izquierda destruye la economía debido a la eliminación de los incentivos económicos de producción; la historia está repleta de claros ejemplos, con Mao, China llegó a tener 80% de pobreza extrema y con las reformas aplicadas por Xiao Ping la pobreza bajó al 10% aproximadamente, Cuba antes de la llegada de Castro al poder era el tercer país de Latinoamérica con el mayor ingreso per cápita de acuerdo al Atlas Mundial de Guinzburg. El caso de más reciente data, la Venezuela de Hugo Chávez que llevó a la ruina económica y social al país latinoamericano más rico y con la mayor reserva de petróleo del mundo, causando el mayor éxodo de personas en un país sin guerra.