La mujer mora: vitalismo con sello ítalo-venezolano
Presentan en Madrid obra póstuma del filósofo y profesor ítalo-venezolano, Massimo Desiato (1961-2013): La mujer mora, una novela para ser leída. La cita es en La Forja de las Letras, en la madrileña calle de Cervantes número 10, el 21 de junio, a las 19:30 horas.
Amistades y testigos
Se trata de La mujer de mora (2004), la novela póstuma del profesor titular de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) que verá la luz este 21 de junio, gracias al auspicio de Fides Banca Ética, asociación sin fines de lucro formada por un grupo de amigos vinculados a la Parroquia de la Santísima Trinidad de Badajoz que respaldan y promueven las Finanzas como Instrumento de Desarrollo Solidario. El libro será presentado por la Cátedra Iberdrola de Ética Económica y Empresarial de la Universidad Pontificia de Comillas, Madrid, España.
Familiares, amigos, estudiantes, colegas y profesores se darán cita en la librería La Forja de las Letras. En el conversatorio participarán el director de la Cátedra Iberdrola, José Luis Fernández Fernández; Lena Yau, escritora, periodista, poeta e investigadora venezolana y exalumna de Desiato en el postgrado de Comunicación Social de la UCAB; Albahaca Martin Gon, editora por el Grupo Tierra Trivium y correctora de la novela; y Fernanda Guevara-Riera, filósofa venezolana, ucabista, miembro de la Cátedra Iberdrola de Ética y Economía de la Universidad Pontificia de Comillas, profesora en la Universidad Internacional de la Rioja y viuda de Desiato. Al finalizar la presentación los presentes disfrutarán de un compartir ítalo-venezolano gracias al apoyo de Gaetta Caffé Pizzería.
Sobre La Mujer mora
“El agradecimiento a Venezuela tiñe cada una de las páginas de La mujer mora y es, también, un homenaje al país que le permitió conocerse, sentirse, crecer y vivir como ser humano”, expresa Guevara-Riera en la introducción de la novela.
Al leer las páginas de La mujer mora nos percatamos que Desiato integra las categorías filosóficas nietzscheanas del vitalismo y del cuerpo de raigambre europea con la experiencia del mar Caribe y del atardecer tropical de Macuto que lo impactaron desde su llegada a Venezuela a muy temprana edad. Es por ello que esta novela es también un profundo agradecimiento a la tierra que consideraba su patria adoptiva como ha quedado plasmado en muchos de sus numerosos artículos de prensa y textos universitarios.
Así que, frente al mar Caribe, un adolescente, el protagonista de La mujer mora, se hace hombre porque se atreve a amar y al chocar con el desencuentro desu primer amor, lejos de refugiarse en el cinismo, adopta una postura frente a la vida: la vida misma. Esa apuesta se mezcla con los atardeceres en Macuto, con el mar y el ruido de sus olas, sus profundidades, con la sensación de la nada, con los valores de la universidad y su labor docente, con las calles de Caracas y el olor de El Ávila, con la soledad de Apure y sus viajes a Italia, con la transvaloración y con el anhelo de libertad. Así va mezclando Massimo Desiato los entretelones de su primer amor y, sobre todo, sus saltos existenciales hasta llegar a la madurez del amor moro y la serenidad como valor principal. En sus páginas leemos que una bombilla no es una bombilla; la Venus del espejo, de Velásquez, no es una obra solamente; unos tambores no son tambores; el azul no es azul… son momentos de reflexión, de introspección. Es un filósofo que escribe literatura existencial.
De modo tal que tenemos que, a los 43 años, Desiato emprendió el camino de la narrativa, sin abandonar la filosofía y a “sus amigos”, como se refería a los filósofos que estudiaba y que enseñaba en el aulade clases haciendo su propio lugar y pensamiento, es decir, creándose también él mismo con su estilo y su propia reflexión filosófica. La mujer mora es también una manera de no abandonar la enseñanza, solo que esta vez el salón de clase que tanto amaba lo traslada a la narrativa, a la ficción, a la creación literaria. Conmueve su manera de desnudar el alma con la madurez de un hombre consciente de sí, de sus luces y de sus sombras y sin miedo al pasado, porque lo que importa es la vida auténticamente vivida y el porvenir, no la momificación de sí mismo.