La UCAB: El Alma Mater necesita a sus egresados
El Alma Mater de un universitario va más allá de eso de ser Alumni. Se trata de un sentido de pertenencia, un gentilicio que marca, así, como el acento del habla, como el paisaje que deja olores y sensaciones.
El Alma Mater se lleva siempre. Es un pasaporte indeleble. Sea cual sea nuestra universidad, al sabernos cerca de un egresado de las mismas aulas, aflora ese sentir de los nervios previos a los exámenes, los trabajos en grupo, las horas frente a los libros y, también, las horas de amistad con los compañeros que serán, a lo largo de los años, esos amigos de siempre, esos amigos de cafés, alegrías y desventuras.
El Alma Mater de muchos de los periodistas venezolanos en España agrupados en Venezuelan Press que compartieron una conversación en Madrid con el P. José Virtuoso, s.j., y el Prof. Gustavo García es la Universidad Católica Andrés Bello, de Caracas, de Venezuela. El Rector y el Vicerrector Administrativos de la Católica, como la llaman todos los ucabistas, nada menos que ellos dos.
Esa Alma Mater, decía Virtuoso, requiere del concurso animado de todos sus egresados. Necesita poder mantener el plan de becas que permite a cuatro mil alumnos -de los doce mil que tiene- conseguir esos títulos universitarios que les permitan ser eso, gente que sepa acompañar, que sepa liderar esfuerzos, que sepa cuidar las ascuas del hogar para que el calor no se escape.
El P. Virtuoso, el Rector de la UCAB, explicó ampliamente la situación de Venezuela. De la dolorida patria de esa universidad. Se explayó en la pobreza, esa que tienen todos los venezolanos que, por las políticas económicas de los gobiernos chavistas, han ido descendiendo en caída libre hasta el foso. Sometidos por las ayudas gubernamentales traducidas en cajas de comida -CLAP-, generan el silencio cómplice que termina siendo es el mejor amigo de la gestión de Nicolás Maduro. Un silencio de hambre, de mejor cierro la boca y no hablo para que no me sometan luego los colectivos a las palizas que podrían matarme.
Habló Virtuoso de cómo funcionan las dádivas. De cómo es posible hacer que llegue a la población esas cajas de comida. De cómo esas maneras de dar de comer se traducen en clientelismo.
Continuó explicado que Maduro no gobierna porque perdió la direccionalidad del Estado, pero se mantiene en la silla de Miraflores porque tiene las armas y genera miedo a la población. Una población que tiene hambre y miedo. Un lema terrible que somete a los cuerpos a rendir pleitesía, aunque las mentes viajen hacia sueños de peticiones de cambio.
Habló el Vicerrector García del hambre en las aulas. De las necesarias becas de alimentación que hay que otorgar para que los alumnos no se desmayen en clases. Habló de ese valor inequívoco de los jesuitas de acompañar al otro, a los otros, para que las cosas se vean primero con la cabeza, pasen al corazón y, una vez allí, se lleven a la acción, a las manos para hacer, para construir.
El Alma Mater pide ayuda. La UCAB necesita ayuda. La de todos sus egresados, esos que una vez fueron estudiantes y conocen cómo es esa fuerza indómita que sabe encontrar una piedra, subirse a ella y convertirla en el pedestal para el pabellón ucabista.