“En Venezuela los niños son el eslabón más débil de la crisis alimentaria”
Susana Raffalli pide a los entes solidarios centrar el foco de atención en la población infantil, cuya situación de agravamiento podría dar paso a una generación de adultos con severo déficit de salud física y mental. Nutricionista y gestora en seguridad alimentaria, Raffalli sugiere verificar con rigor los escenarios de la realidad venezolana, a fin de evitar definiciones que lejos de ayudar restarían credibilidad al mensaje que se emite a los gobiernos y organismos internacionales.
Sin ocultar la fatiga que refleja su rostro tras esa rutina de bajar de un avión para subir a otro, tarea que asume para visitar países críticos, en tanto que experta por más de 30 años en gestión de seguridad alimentaria, Susana Raffalli se ubica con lentitud en el sitio asignado en la sala para exponer al nutrido grupo de venezolanos residentes en Barcelona, España, lo que se supone que ellos ya conocen y les angustian, como es la descripción de un país que se deshace en su pilar fundamental: los niños.
“Es ahí, en ese eslabón, el más frágil de la población donde la emergencia alimentaria ha hecho sonar las alarmas; porque no se trata solo de las decenas de niños fallecidos en 2017 por enfermedades diversas, donde está presente sin dudas la desnutrición, sino que estas mismas causas se están extendiendo de forma exponencial a lo largo del país, lo que coloca a la desnutrición de menores de 7 años, en un punto de inflexión que debe involucrar el interés del Estado en particular, pero también de otros agentes políticos y sociales”, explica.
Con voz atenuada, la nutricionista se ha convertido en referencia internacional en la denuncia de la crisis alimentaria que azota a Venezuela. Más que testigo, Raffalli es protagonista de la acción de Cáritas en la asistencia y socorro en catástrofes, como el terremoto de Haití de 2010 -que dejó más de 300 mil muertos- y otras tragedias, ocasionadas por desastres naturales o por violencia armada, como la de Nigeria o Yemen. Pero es ahora, después de haber sorteado esas cruentas experiencias ajenas, cuando ella se topa con una realidad dolorosa: el país donde nació, creció y ha hecho su vida atraviesa por una situación difícil de soslayar y que teme pueda “pasar factura a las futuras generaciones de adultos que están por emerger”.
Las cifras del hambre
Organizada por Meals4hope, Fasamcat, la Asociación Catalana-Venezolana (Asocaven), la ONG Salud para Venezuela, Venezuela en Positivo, el grupo Unidos Por Venezuela y los periodistas venezolanos en Barcelona agrupados en VenezuelanPress-BCN, la jornada de análisis celebrada en marzo en Barcelona frente a un público sumido en el silencio, sirvió para convocar a las muchas organizaciones civiles que en Cataluña expresan de diversas formas inquietud por la crisis alimentaria y de salud que aqueja a Venezuela. Para ellos, Susana Raffalli describió, basada en cifras oficiales, un panorama desolador que no ha recaído más quizás por la acción solidaria del exterior que llega a los pueblos y barrios para salvar vidas.
Para Raffalli, la situación venezolana no se reduce a cifras solamente, sino que se afinca en testimonios de padres que salen a buscar lo que sea para darles de comer a sus hijos o de niños que van a la escuela y se llevan a los hermanitos de 2 o 3 años para alimentarlos con un mendrugo de pan y margarina.
“Lo peor es que no se trata de una imagen plasmada en una foto; el tema es que se han triplicado los casos de desnutrición infantil, y las estadísticas son cada vez más impactantes”, acota Raffalli al citar el informe anual de 2016 del Ministerio para la Salud donde reporta el aumento de cien veces en la tasa de mortandad de niños menores de cuatro semanas: de 0,02 por ciento en 2012 a poco más de 2%, al tiempo que la tasa de mortalidad materna aumentó casi 5 veces durante el mismo periodo. En lo que va de año, han fallecido 42 niños en el Hospital Doctor Raúl Leoni de Bolívar por problemas de desnutrición que no pudieron ser tratados a tiempo.
“Ya en sí mismas, estas cifras revelan una abrumadora realidad que podían ser fácilmente refutables por el gobierno nacional, hasta que en abril de 2017 apareció de repente un enlace en el sitio web oficial del Ministerio con todos los boletines no publicados. Mostraban que 11.446 niños menores de un año habían fallecido en 2016; un aumento de 30% en solo doce meses; asimismo un incremento sustancial de la mortalidad materna e infantil, y aumentos de enfermedades como la malaria o la difteria, esta última erradicada hace 24 años. Por publicar esas cifras el gobierno destituyó a la ministra para la Salud, Antonieta Caporale. y se puso al Ejército a cargo de monitorear los boletines epidemiológicos; ninguno se ha publicado desde entonces”.
Para el año pasado dijeron que se habían registrado 2.800 casos de desnutrición infantil y alrededor de 400 de los menores que llegaron famélicos a los hospitales y murieron. Raffalli cuestiona que el Gobierno haya prohibido a los médicos declarar las muertes de niños por desnutrición. “Este es el drama de la Venezuela actual que los gobernantes se niegan a admitir.
Miles de niños en Venezuela se van a dormir con hambre cada noche. Muchas familias apenas pueden permitirse una comida por día. El país atraviesa una crisis humanitaria. Los niños están muriendo de malnutrición o enfermedades asociadas con ella. Ha habido un recrudecimiento de la malaria y el sarampión. El hambre ha entrado en muchas casas y ahora habita allí.