De Rodalquilar a Lavapiés
La posibilidad de una prisión permanente revisable no detuvo a la asesina, pero luego de verse descubierta y ante la certeza de tal condena, emite una confesión cínica para culpar al niño de su propia muerte. No le importa haberle quitado la vida a la criatura, le importa obtener el menor castigo posible.
Pocos días después, un senegalés se desploma víctima de un ataque al corazón en el popular barrio madrileño de Lavapiés. Algunos decían que la policía municipal estaba persiguiendo al mantero, testigos afirman que Mame Mbaye Ndiaye caminaba tranquilamente hacia su casa cuando le sobrevino la muerte, los agentes aseguran que llegaron para asistirlo, no lo perseguían.
Al calor del momento la primera versión, la falsa, fue la más extendida. Potenciada por el encono de dirigentes y militantes de Podemos, quienes entre tuits y retuits disparaban desde la cintura contra el cuerpo policial de su alcaldesa Manuela Carmena, comodín de turno para atacar al “sistema”.
El resultado de la agitación podemita está a la vista, violencia en las calles con saldo de heridos, en su mayoría funcionarios policiales, daños a la propiedad y 6 detenidos, todos españoles, todos antisistema.
De Rodalquilar a Lavapiés la cúpula de Podemos pasa de la presunta cautela a la evidente agitación. No sorprende el descaro frente a las contradicciones, es su modus vivendi, hay que denunciarlo y ponerlo en evidencia, porque si España no es Venezuela, Venezuela tampoco era Cuba.
Malintencionada y experta en populismo, esa cúpula tenía que buscar un golpe de efecto para matizar su ahora incómoda posición contra la prisión permanente revisable, tema que puso de moda y ahora le supone un costo político muy alto frente a su militancia.
De Rodalquilar a Lavapiés encontraron la oportunidad en la tragedia personal de un joven trabajador senegalés, bajo un engaño que bien pudo incendiar Madrid.