Un perro con todo, mi pana
Salvador Pimentel Roja
Director de la Liga Española Pro Derechos Humanos y miembro de Foro Penal Venezolano
No extraño el acento ni el calor del venezolano, somos una comunidad grande y todos los días identifico o conozco alguno en la calle, pero habiendo tantos venezolanos, no hemos podido ni en unión procuramos cosas elementales que mermen nuestro duelo migratorio.Tratar de hacer y comer de la misma manera que lo hacíamos en casita nos traería además de altísimos gastos, mínimo Síndrome de Ulises, hay que adaptarse y luchar por la inserción social pero sin olvidar nuestros valores, raíces y costumbres, ahí está el problema; evitando olvidar empiezas a recordar, a extrañar y volvemos al punto de inicio hasta que te enojas contigo mismo y salta aquel “coño enfócate, sácate el chip que no estás en Venezuela”.
"Es verdad, la idea es integrarse y eso significa respetar las reglas y costumbres locales. El país anfitrión no debe adaptarse a nosotros, es al revés, aunque eso no impide que cada inmigrante sea embajador cultural de sus países y esa es la clave".
Aunque no tenemos el perro caliente “Con Todo” y por mucho que lo he intentado, en casa no me queda igual, el callejero aunque le llamen cólera o asquerosito es como más sabroso. No hay perro con todo ni queso blanco llanero pero tenemos una misión en nuestras manos: mantener la identidad que ha sido casi extinguida por los políticos.
Todos coincidimos en que mientras más lejos de tu tierra más la echas de menos, por ello miles son las cosas que extrañamos, muchas las que cambian y a veces no estamos preparados para entenderlo, pero si seguimos jugando al filósofo terminaremos en el psicólogo.
Entre perros calientes incompletos, sin el cafecito con la familia y mucho más que no entra en este artículo, me consideraba un afortunado hasta el día en que me enteré que no puedo entrar a Venezuela. Toda una vida escuchando casos de cubanos que no pueden volver ni a un funeral y ahora es que sé lo que se siente.
Definitivamente fui malo tratando de interpretar los mensajes que divulgaron, por ello trataré de ser mejor mensajero para que los que viven en Venezuela se enteren de que no pueden meter toda su vida en dos maletas, así que aprecien lo que tienen a pesar de sus graves e innumerables problemáticas.
Somos venezolanos prestados al mundo, es nuestro deber levantar muy alto el tricolor nacional y desde donde estemos procurar la recuperación de nuestro país, porque aunque nuestros pies pisan otras tierras, nuestro corazón está en Venezuela. Seguro encontraremos la manera de comer el perrito con todo, mientras tanto, aunque sea decepcionante, a seguir intentando en casa. “Coño enfócate”, qué broma, siempre me pasa...