Jesucristo, enólogo, gastrónomo y panadero
No soy experto en el estudio y análisis de la Biblia, pero me encantan sus historias. Casi toda la Biblia está escrita en parábolas. Por eso tantas interpretaciones. Las parábolas hacen que la gente, a su manera, descifre un mensaje y aprenda sin que se dé cuenta que está aprendiendo.
Cristo le dio gran importancia a la gastronomía en general, sobre todo al vino y al pan. La relación de Jesús con el vino es sensacional. Eso me acerca a él de una manera espirituosa, en particular cuando descorcho una botella de buen vino.
Laureano Márquez y yo, hicimos una gira maravillosa por un país único: Israel. También estuvimos en Belén, Palestina, en el lugar exacto en el que nació Jesús, un niño que cambió la historia y que fue ofrendado con panecillos y vino, que trajeron los pastores y los reyes magos.
En Jerusalén, visitamos el sitio en donde Jesucristo realizó su famosa última cena. Impactante y difícil explicar lo que se siente al entrar en aquel sagrado lugar en donde Cristo, sentado en el suelo, comió, bebió y compartió sus últimos alimentos. Allí, levantando su copa, dijo que el vino era su sangre y que el pan era su cuerpo. Imagino que habría también hummus, falafel y tabaquitos rellenos.
Lo que leerán a continuación no es bueno ni malo, pero está en la Biblia. En Isaías, capítulo 56, versículo 12: “…vamos a buscar vino y bebidas fuertes para emborracharnos y hagamos mañana lo mismo que hoy y mucho más aún…”
Esto otro que leerán, ¿a qué se les parece? Juan capítulo 6, versículo 2: “… doscientas monedas de plata no alcanzarían para dar a cada uno un pedazo de pan…”. Había 5.000 personas haciendo cola, 5 panes y 2 pescados. Jesús hizo el milagro de multiplicar los panes y los peces. Todos se saciaron e incluso llenaron 12 canastos con los panes que sobraron.
También visitamos Caná de Galilea. Allí ocurrió el milagro que más me gusta. San Juan capítulo 2, versículo del 1 al 12 (resumo): Jesús, los discípulos y su madre, fueron a una boda en Caná. El vino se había acabado. Había 6 tinajas de piedra para el agua. En cada tinaja cabían de 50 a 70 litros de agua. Jesús mandó a llenar de agua las tinajas y convirtió el agua en vino.
¡Si esto pasara en el Guri tendríamos luz y caña!
Leí por ahí que el único abstemio del grupo era Judas, ¿casualidad?
Todos tenemos un motivo para acercarnos a Cristo. Yo no sólo me acerco, también me convertiría en su discípulo número 13. ¡Y que Judas no me venga con vainas!