Prensa española se convierte en prensa local venezolana (…por un día…)
La prensa española tradicional (en papel) volcó hoy sus portadas, editoriales y cobertura informativa a mostrar a sus audiencias la espectacular marcha que se realizó ayer en Caracas. Calcularon una asistencia que osciló entre un millón y un millón 500 mil marchistas, al contrario que el gobierno venezolano, cuyo titular Nicolás Maduro estimó en apenas 30.000 el número de manifestantes. La diferencia de ambas ópticas (anteojos distintos tienen prensa y gobierno) es de 97% ó 98%, según los extremos.
Los seis periódicos generalistas más importantes de España (El País, El Mundo, ABC, La Razón, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña), además del regional Canarias7, dedicaron la foto principal de sus portadas a la Toma de Caracas, como fue bautizado el evento por sus organizadores la Mesa de la Unidad Democrática MUD, centro político de la oposición venezolana.
El objetivo estuvo centrado en exigir a las autoridades electorales del país (CNE) el establecimiento de las fechas y condiciones para que sean recolectadas las firmas de 20% del padrón electoral para poder iniciar un proceso de referéndum revocatorio del mandato del presidente Maduro este mismo año 2016.
Para los marchistas residentes en el interior del país, que estaban convocados desde hace un mes para la cita de ayer, no les fue fácil su desplazamiento a la capital de la república, puesto que el ejército y la Guardia Nacional, las policías regionales, los vigilantes del tránsito terrestre, los organismos civiles de seguridad de Estado y los colectivos que sirven de fuerza de choque al gobierno, trataron de impedir o retrasar su llegada a destino. El aviación comercial privada fue prohibida en todo el territorio nacional, así como la operación de drones en Caracas. En algunas ciudades fue prohibida la salida de transporte público hacia la capital y varias autopistas y otras rutas carreteras fueron bloqueadas. Fue inútil.
La prensa internacional también fue víctima de este tipo de operaciones insólitas, que, además de atentar contra la libertad de movimientos y tránsito, clausura los canales informativos en situaciones de conflicto. Dada la importancia de la manifestación, del crítico momento político y social que vive Venezuela y de las expectativas de graves enfrentamientos como saldo, los medios internacionales pensaron en reforzar o en destacar equipos reporteriles para cubrir los acontecimientos. En respuesta, el gobierno tomó la decisión de retener y posteriormente deportar a los representantes de varios medios, entre ellos los de la televisión catarí Al Jazeera, los norteamericanos The Wall Street Journal, The Miami Herald y NPR, el francés Le Monde, la colombiana Caracol. Los reporteros, fotógrafos y camarógrafos fueron declarados "personas inadmisibles" por las autoridades de inmigración.
En Venezuela, la labor de los periodistas extranjeros (y no se diga de los nacionales) es hostigada permanentemente por el gobierno nacional. Unos 50 medios tienen representación en el país, cuyos periodistas y colaboradores han estado informando al mundo sobre la situación interna. Muchos de ellos han resultado heridos por fuerzas policiales, decomisados o destruidos sus equipos, borrado las imágenes y sonidos, retenidos sin causa aparente o, simplemente, limitado el acceso a las fuentes oficiales de información.
"La inadmisión y deportación de estos enviados y de sus equipos afecta el derecho de recibir información que tienen los pueblos a los que sirven, así como el cumplimiento de sus deberes como profesionales de la comunicación, y muestra hostilidad hacia el desempeño de la prensa internacional y sus corresponsales en Venezuela", señaló en un comunicado de protesta la Asociación de Corresponsales de la Prensa Extranjera en Venezuela.
A su vez, Francia expresó a través de su cancillería su “inquietud” por la situación de la prensa en Venezuela y llamó a las autoridades a “asegurar el respeto” de las libertades de prensa y de expresión.
“Francia expresa su inquietud sobre la situación de la prensa de Venezuela”, declaró el jueves el servicio de prensa del Ministerio francés de Asuntos Exteriores. En una breve declaración, el Quai d’Orsay (cancillería francesa) mencionó “varios ataques contra organismos de prensa y la expulsión de periodistas extranjeros” en Venezuela.
Las amenazas a los medios en general, que siempre han estado pendulando sobre su actividad, al punto que muchos han sido obligados a la auto-censura, arreciaron ayer mismo, poco antes de iniciarse la Toma de Caracas, cuando el periodista William Castillo, presidente de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), que regula el espectro radioeléctrico en el país, dijo en una radioemisora oficial que “vamos a ir aplicando las medidas que tengamos que aplicar por el uso irresponsable, por la violación de la ley, por llamar a la violencia y al odio público”, en relación a la cobertura de la movilización caraqueña.
El Instituto Prensa y Sociedad, que dirige la periodista Marianela Balbi, consideró que tales declaraciones intentan condicionar la cobertura libre y amplia por parte de los medios de comunicación sobre posibles hechos de conflicto.
Según Conatel, la labor de informar, el ejercicio del periodismo, son, sin más, “campañas de odio, desinformación y agresiones psicológicas hacia el pueblo venezolano, y en particular aquellas que se manifiestan por algunos medios de radiodifusión y las denominadas redes sociales, a través de las cuales se hacen llamados directos a la violencia, al desconocimiento del orden constitucional y de las autoridades legítimamente constituidas, así como a fomentar situaciones que pueden alterar el orden y la paz pública”.
Con todo, la Toma de Caracas terminó con éxito rotundo para la oposición venezolana, con una agenda de próximas movilizaciones. La noticia se extendió fuera de las fronteras nacionales en forma inusitada, tanto en medios tradicionales como digitales.
En España, los kioscos amanecieron empapelados con el gran despliegue de las imágenes que atestiguan el estado social venezolano; las cadenas de radio y televisión hicieron lo mismo en sus espacios noticiosos matinales.
Fue tal la difusión que la prensa española fácilmente podría pasar hoy como prensa local venezolana, aunque la noticia más importante haya sido la relacionada al segundo intento de investidura que afrontará en el Congreso de los Diputados el presidente en funciones Mariano Rajoy.
Quizá el ciudadano español se encuentre hoy mejor informado sobre lo que está sucediendo en Venezuela que los millones de ciudadanos venezolanos que, movilizados o no para la Toma de Caracas, quisieron ver reflejada en la prensa su valentía.