Venezuela es una lágrima
El eco de la noticia nos despierta, aquí en Barcelona, donde el sol de verano se hermana en intensidad con el que baña nuestras costas. Todo un dechado de sabiduría musical, el concierto vital del maestro Inocente Carreño acaba de terminar.
Compositor de decenas de temas sinfónicos y propulsor del folclor de la isla que lo vio nacer, el autor de la célebre glosa sinfónica Margariteña, cuya letra evoca a quienes están lejos lo mejor de una Venezuela que hoy luce extraviada, Inocente Carreño fue también un ejemplo de optimismo y de jovialidad, que a sus 96 años desplegaba con el típico humor del margariteño.
Tuve el placer de entrevistarlo y pasar una tarde del sábado rodeado de instrumentos, recuerdos y flores. Después vino mi amistad; y luego quiso la fortuna de conocer en Francia a algunos de sus hijos y nietos, también bendecidos por el talento musical. La vida de Inocente Carreño es un homenaje a la creación sin límites que no dejaremos de agradecerle.
En medio del ruido que hoy atenaza a nuestra Venezuela queda su música y su sonrisa, que seguirán haciendo de las suyas.