La Confesión
La confesión para los cristianos lleva implícito el arrepentimiento por los pecados cometidos y un propósito de enmienda, es decir, una actitud de arreglar lo mal hecho; si no la confesión no tiene valor y el perdón jamás llegará.
El señor Rodríguez Zapatero, a quien el régimen imperante en Venezuela por 17 años nombró como mediador o negociador de la profunda crisis en Venezuela, junto con la anuencia de algún dirigente político de oposición que se representa a sí mismo y no a los 30 millones de venezolanos que sufrimos de la escasez de alimentos y medicinas y que estamos a merced del hampa desatada, confesó algunos pecados ante el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos.
El más importante: “Venezuela necesita ayuda, no su gobierno, el pueblo es quien lo necesita”.
Entonces ¿cómo es que el ex presidente español va a la OEA de la mano de la dictadura venezolana que tiene hambreado al pueblo? ¿Cómo es que va en representación de un ilegítimo que ni venezolano es? Confiesa además que Leopoldo López es un preso político cuando afirma -ante la audiencia- que el dictador venezolano le autorizó la visita al preso más conocido del mundo. Tan dictador es, que no es un tribunal quien permite el encuentro, sino el dueño de todos los jueces y magistrados de la República: Nicolás Maduro Moros.
Zapatero dijo más: Confesó que "es más lo que me he reunido con la oposición venezolana que con el gobierno" y agregó que frecuentemente habla con uno de ellos, quien le planteó la iniciativa. No dijo el nombre. No hizo falta. Todos sabemos quién es.
Coincidencialmente en el continente se está jugando la Copa América, quizás por eso ante las confesiones de Zapatero me quedó la sensación que el arquero del equipo democrático y/o oposición pareciera ser un infiltrado, un jugador disfrazado con una franela, cuando en realidad permite la entrada de goles del equipo contrario para el que verdaderamente juega. Lo que no aclaró el español, es que el personaje en cuestión no es TODA la oposición, es un granito de arena en el inmenso mar de quienes nos oponemos a este oprobioso régimen y esa mayoría gigante no convalidó esa personal iniciativa que nada tiene de unitaria.
Claro que la posibilidad de la aplicación de la Carta Democrática al régimen venezolano no es un encuentro de fútbol. Es un debate de ideas, de principios democráticos entre los representantes de los países de la región para analizar la profunda crisis humanitaria que vivimos los venezolanos y conocer en extenso las violaciones a la libertad, justicia y derechos humanos que comete la tiranía contra quienes sobrevivimos en este país.
Amigo lector, los venezolanos estamos sentados en una bomba de tiempo, estamos pisando un terreno sembrado de minas antipersonales, que de explotar nos matarán o amputarán. Esa es nuestra verdadera tragedia, estar a merced de un régimen que es capaz de cualquier cosa para mantenerse en el poder, y cualquier cosa, es todo.
Si la región quiere auxiliarnos, los embajadores de la OEA no deben ayudar al régimen a conseguir tiempo, porque ese tiempo nos quita vida a los venezolanos.
Dios quiera y la confesión de Zapatero "Venezuela necesita ayuda, no su gobierno, el pueblo es quien lo necesita", se haga realidad.