La pluma o la pala
A la familia López
y a Tarek William Saab
I
Qué triste la vida del verdugo. Ser verdugo es una degradación del homo sapiens, único animal capaz de idear torturas para producir sufrimiento y muerte a su propia especie. Ningún otro animal hace daño ex profeso a sus congéneres. Aunque parezca contradictorio, la tortura y la maldad son propias de la inteligencia y de la conciencia.
Dios creó la tierra perfecta y bella. Lo malo era que solo él podía apreciar su obra. En un acto egocéntrico, hizo que monos horribles evolucionaran a humanos pensantes quienes, eternamente, agradecerían y se regocijarían ante tanta perfección. Seres capaces de apreciar el imponente cerro El Ávila de Caracas que, sin la presencia humana, permanecería verde y bello pero ignorado.
Los opuestos a la perfección de la creación, son aquellos seres involucionados dedicados a hacer sufrir al prójimo. A Dios se contraponen los demonios disfrazados de humanos que viven entre nosotros.
II
Es abrumador lo padecido por la familia de Leopoldo López. Es indignante lo que sufren los jóvenes encerrados en esa horrible celda llamada La Tumba. Es infame lo que soportan los presos recluidos en El Helicoide en donde, como le ocurrió al comisario Simonovis, no han visto el sol en años.
Quizás peco de ingenuo, pero no creo que todos los que apoyan al gobierno, aprueben este aberrante y vergonzoso horror. ¿Será que no se dan cuenta de que la historia los pondrá junto al sanguinario Nereo Pacheco, torturador del régimen de Gómez o del despiadado Pedro Estrada, el Chacal de Güiria, o de Lavrenti Beria, sádico mano derecha de Stalin, o de Heinrich Himmler, implacable director de la SS de Hitler, o de Pol Pot de Camboya o de Kim Jong-un de Corea del Norte?
Qué dice el amigo poeta Tarek William, El Defensor del Pueblo. ¡Coño, William! No entiendo por qué estás del lado de los malucos. Tú sabes que lo son. Tú eres un poeta y deberías ser creador de belleza. No te calles, Tarek. Estás a tiempo de convertirte en un verdadero revolucionario que haga respetar los Derechos Humanos en Venezuela.
Tarek: los poetas viven para siempre en el corazón de sus pueblos. Los indiferentes se hacen cómplices de los verdugos.
El pueblo alemán, al terminar la guerra, se escudaba con “yo no sabía que ocurría eso”. Los aliados los llevaron con palas a los campos de concentración, para enterrar a las víctimas de su indiferencia cómplice.
Tarek: espero seguir viéndote con tu pluma y no con una pala en la mano.