Kike Barboza revela a periodistas venezolanos en Madrid trucos de cocina y otros secretos
Mocca Café fue el escenario, el chef zuliano Kike Barboza el maestro, los periodistas venezolanos en Madrid los discípulos, y los buñuelos de plátano los protagonistas. Así, la tarde del jueves 14 de enero, concurrieron todos alrededor de un conversatorio culinario que no tuvo desperdicio. Entre calurosas evocaciones del sur del lago de Maracaibo y heladas anécdotas del invierno europeo, Barboza contó hasta qué punto debe combinar imaginación y creatividad para ejercer su profesión en un país donde cada día hay más escasez.
"Los proveedo- res ya no me dan una lista de precios, sino que cuando hay producto me dicen cuánto cuesta en ese momento, así es muy difícil trabajar" explicó el chef mientras amasaba suavemente una masa que lleva 6 plátanos (en España: machos) muy maduros (él prefiere decir: amarillos) hervidos en agua con un punto de sal, una cucharadita de mantequilla (no margarina), 3 yemas de huevo, harina de maíz a discreción, sal al gusto y algo invalorable en Madrid: 100 gramos de queso palmizulia rallado, traído por él mismo desde Maracaibo.
Rueda de prensa informal o conversatorio, al mejor estilo Venezuelan Press, los periodistas presentes no perdieron la oportunidad de hacer todo tipo de preguntas, como de dónde proviene el mejor cacao de Venezuela o si los venezolanos aun se pueden permitir comer en restaurantes. "Del sur del lago, por supuesto" fue la respuesta a todas las preguntas relacionadas con la procedencia de casi cualquier cosa buena en Venezuela. Normal, es maracucho. Lo desalentador fue cuando contó que dos de sus restaurantes ubicados en el aeropuerto de La Chinita siguen abiertos casi de milagro, porque los vuelos han descendido prácticamente al mínimo. "La tripulación ya ni pernocta en la ciudad, las aerolíneas no tienen dinero para cubrir ese gasto".
Aunque era imposible hacer constante referencia a la precaria situación económica y social de Venezuela, el buen humor del chef se impuso durante toda la velada. "A veces me dan ganas de irme, pero creo en mi país" nos confesó, a la vez que hacía una y otra pelota de buñuelo, así hasta diecisiete, rellenas de mucho queso cheddar rallado. Luego las rebozó con harina de maíz. Eran grandes, redondas y apetecibles. "Las bolas de Kike" les llama. No sabemos por qué.
Como conseguir en España plátanos muy maduros (o amarillos, según se mire) es bastante más difícil que hacerlo en Maracaibo, Barboza explicó que es posible congelarlos en bolsas con cierre zip una vez extraídos de su cáscara, algo que permite reservarlos para el momento en que deseemos hacer los buñuelos.
Otro truco que nos reveló fue que se pueden rellenar de carne, de mojito en coco o de cualquier otra cosa que "combine" con el sabor del plátano. Eso sí, nos advirtió que jamás hiciéramos "arroz con mango", en respuesta a la pregunta de una periodista que quiso saber si eso se podía hacer.
"El arroz es un producto muy noble que combina con casi cualquier cosa, menos con mango", afirmó.
Le vimos caminar con un bastón y supimos, de soslayo, que fue víctima del hampa y la inseguridad que azota a Venezuela, y por ello lleva "un tiro en la pierna". Se lo confesó a la periodista que le ayudó a trasladar los buñuelos hasta la freidora. "El aceite de girasol, muy caliente, pero no demasiado" nos fue diciendo conforme nos acercábamos a ver cómo lo hacía, "y se sumergen, nada de echar un poquito de aceite en una sartén, eso es sofreír".
Se formó en París y su mezcla de cocina mediterránea, zuliana y venezolana se ha convertido en referencia gastronómica. Habla con pasión de lo que hace, denota en cada palabra, en cada gesto, que le gusta, que nació para ello. "Mi abuela cocinó para Juan Vicente Gómez y mi madre ha sido una reconocida cocinera" nos dijo. Era evidente que estábamos ante un apasionado de los fogones y un ser extraordinario, por quien mereció la pena aparcar los quehaceres del día a día y conversar, una tarde de inverno madrileño con sabor venezolano. ¡Que se repita!