Viene una onda nueva
El 22 de noviembre se conmemora el Día internacional del músico, por eso quiero dedicar este artículo a todos ellos, en especial a Marisela González, virtuosa maestra de la cocina y del arpa clásica, y al apuesto profesor del corno, Guiomar Hernández.
Hoy, es bonito recordar a un genio llamado Aldemaro Romero. Sin ceguera por la admiración que le profeso, pienso que este músico debería ser considerado uno de los talentos más grandes de la historia musical y cultural de Venezuela. Aldemaro vino en combo con una familia genial. Su hermana Rosalía debe estar de pláceme inventando vainas buenísimas en el sitio en el que ahora se reúnen.
Aldemaro se enamoró de Elizabeth, su esposa y cómplice creativa. Aldemaro es el Simón Bolívar de la música venezolana. La universalizó. La liberó de purismos folklóricos que atrasan el avance cultural de los países.
Aldemaro tuvo algunos críticos que envidiaban su talento. Lo calificaban de cabaretero. ¿Y? Es verdad, Aldemaro era todo, hasta eso. Componía y tocaba para quienes gustan del cabaret y para los exquisitos. Es mejor ser cabaretero con talento que sinfónico mediocre.
Aldemaro fue atacado por defensores del folklore talibán. Pero él sobrevoló sobre esa mediocridad y ahora, en Venezuela, es punto de partida y de llegada para nuevos y geniales músicos cabareteros, folklóricos y clásicos.
Querido Aldemaro, contigo está pasando lo que ocurrió con los Beatles: cada día suenas mejor.
Cuando murió mi padre Aquiles Nazoa, el ahora gran Carlos Andrés Pérez, quien no fue lo que podría llamarse amigo de Aquiles, asumió el sepelio. Organizó un acto solemne en La Plaza Bolívarde Caracas al que asistió como Presidente de la República y, post mortem, le otorgó la orden Andrés Bello.
Es vergonzoso que quienes fingen, perdón, fungen de autoridades culturales del gobierno actual, por mezquindad, sean incapaces de resaltar, de recordar y de homenajear a un venezolano ilustrísimo que nos llenó y nos llena de orgullo.
Aldemaro, salúdame a Rosalía, al baterista El Pavo Frank, a mi papá, a nuestros grandes amigos: Grateroacho, Oscar Yanes, Simón Díaz y Renny Ottolina. Seguramente deben haberte recibido con un piano y un whisky, tus instrumentos para combatir la estupidez.
Amigo y maestro: la maldad, la mezquindad, la envidia y el odio, nunca han triunfado. En Venezuela estamos a punto de tiempos mejores de Onda Nueva.
Aldemaro, de corazón, sé que estarás con los venezolanos celebrando la onda nueva que vendrá el 6D.