Venezuela quiere cambio
No queremos fiscales acusadores que sirven a retaliaciones personales y venganzas políticas. Tampoco jueces encarcelados por dictar sentencias que no gustan al gobierno. Esa sociedad de juicios amañados que absuelven delincuentes si forman parte del proceso y condenan inocentes sólo por ser críticos, no es el país que soñamos.
Ver al presidente de Venezuela, al de la Asamblea Nacional y a parlamentarios mentar madre por televisión, recitar rosarios de vulgaridades en programas semanales o deleitarse con ofensas y groserías en cadena nacional, no es el ejemplo de liderazgo que tenemos en mente.
Una Contraloría subalterna en lo administrativo y en lo político de aquellos a quienes debe vigilar y corregir es una burla a la transparencia en el manejo de los fondos públicos. Pasa a nivel nacional y en gobernaciones y alcaldías. El descaro es total.
Esta Venezuela de la que huyen sus hijos, de todas las regiones y clases sociales, porque no tienen futuro y la muerte está a la vuelta de la esquina, no es la que teníamos ni la que queremos.
Estos regaladores de petróleo y dinero venezolano al régimen del dictador cubano que les sirve de padrino y de casas, plantas eléctricas, patrullas y “canaimitas” a países vecinos porque así creen controlar votos en la OEA, la ONU, ALBA o UNASUR, no son dignos de administrar el tesoro público ni de cuidar el interés nacional.
Esas cadenas nacionales de radio y TV, como las de gobernadores en las regiones, junto a minicadenas llamadas noticiarios de la patria y la proliferación de radios y televisoras convertidas en red de lavado de cerebro por la logia del pensamiento único,atentan contra la libertad y dignidad del hombre.
Fincas expropiadas, inmuebles invadidos, estatizaciones de empresas con cualquier excusa y apropiación indebida de bienes con la figura de custodios de confiscaciones, retratan un Estado ladrón. Una estafa.
El país de 25.000 asesinatos al año y de humillantes colas para tratar de comprar cualquier cosa, no es el que teníamos ni el que aspiramos.
Reclamamos que cesen los apagones de todos los días, las ciudades a oscuras y sin agua, como también hospitales sin medicinas, en los que pican pastillas por la mitad para poder atender a más pacientes.
El cambio no tiene dueño. Trabajemos todos por él.